sábado, 25 de abril de 2009

EL RINCON DE CAROCALO: PRIMERAS COMUNIONES EN RIOTINTO 2009



Un año más se acerca la fecha de las primeras comuniones. Acontecimiento que implica a muchas familias de nuestro pueblo en su celebración.

La manera excesiva con que suele celebrarse este acontecimiento como si se tratara de una boda, para mi con todo mi respeto es reprobable. Pero no es mi intención debatir estas cosas ahora.

Hablaré pues de los aspectos positivos que este acontecer convoca sobre la vida de los niños y niñas de Riotinto e incluso de sus padres y familiares que por las circunstancias que penosamente atravesamos, deberíamos tener en cuenta.

Yo recuerdo vivamente mi primera comunión que hice a los ocho años y reconozco, eran otros tiempos, pero la escasa economía de mi familia no se vio mermada. Sin embargo, recuerdo ese día como uno de los más felices de mi vida y cada año desde hace sesenta y cinco, lo recuerdo con todo mi cariño.

Desde mi experiencia, yo desmiento, a los que afirman que los niños pequeños no saben lo que hacen, que hay que dejar la primera comunión para cuando sean mayorcitos o mejore la economía familiar.

Una primera comunión implica necesariamente a los padres. Quien trabaja catequéticamente con niños tal vez tiene que hacer el presupuesto de trabajar con los padres; sin ellos se consigue poco con el niño.

Este es un acontecimiento que los dirigentes eclesiásticos deberían aprovechar para repescar tal vez a los padres hacia la fe y su acercamiento a la Iglesia.

Se les habla de los elementos fundamentales con que se inicia en la fe a sus hijos. Y cuando esto se hace con claridad y sinceridad, los padres responden, a veces comprometedoramente, pues piden seguir en grupos de colaboración después de terminada la ceremonia de sus hijos.

La primera comunión de los niños y niñas, si se logra despojarla del boato social mundano con que se las rodea, puede ser una ocasión magnífica de una fecunda pastoral, que la Iglesia no debe desaprovechar, con los niños y con la familia.

Es triste asistir a la misa del domingo siguiente al de las primeras comuniones y observar que para la mayoría de los niños y niñas ya se olvidan de que ese Jesús que recibieron sigue en el Sagrario esperando el abrazo de todos los niños y niñas de Riotinto.

C. Rojas

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