sábado, 18 de septiembre de 2010

HACE UN AÑO, POR ESTAS FECHAS...

A amanecido una mañana espectacular. Humeda, con olor a “hojarasca mojá”, nublada…
Una mañana que me invita a recordar, a pensar, mientras que desde mi ventana veo a la solitaria a cera y la silueta del pueblo que se adivina tras la bruma.
Un suspiro se me escapa y recuerdo lo que pasaba hace un año mientras busco aquellas fotos que que recogen lo que ocurrio.

Al mirar atrás siento gratitud por todos aquellos que me ayudaron antes, durante y después del pregón; amig@s, Hermandad, Esquila, personas casi anónimas para mi que se me acercaban para felicitarme o decirme algo…
Sería imposible el destacar uno solo de los momentos que viví hace un año, recuerdo los ánimos y los consejos de mi AMIGO Carlos Rojas, las miradas cómplices con algún Costalero que se sonreía y me guiñaba ya en la misa, los ánimos mutuos que nos dábamos mi presentador; el gran JOSE MARI, y yo.

Aquel día, gracias al trabajo anónimo de quien tambien te ama y te quiere, Rosario, pudimos disfrutar una año más de nuestra Coral...



Cuando José María subió al escenario y comenzó a hablar, en mi interior ocurrieron muchas cosas.



Sentí un gran orgullo de tener ese amigo que hablaba de mí de una forma que casi llegaba a ruborizarme, sentí algo de miedo porque pensaba que no iba a estar a la altura de tal presentación, sentía tantas cosas que apenas se describir…
Los nervios me hacían esforzarme por estar quieto en la butaca, y cuando José Mari nombró a mi AMIGO Juan Carlos (qepd) no pude seguir conteniéndolos, y se me escaparon en forma de lágrimas mientras me aferraba a la temblorosa mano de Vanessa.
Y fue en ese momento, en aquel instante en que dudaba sobre si podría intentar que aquello que iba ocurrir fuese al menos digno, cuando busqué con el corazón la dulce mirada de nuestra Madre del Rosario.
Ella me regaló su sonrisa, la sonrisa que recogemos con el alma y guardamos en lo más profundo de nuestro ser.



Nunca me parecieron tan altos los escalones que suben al escenario que tantas veces he pisado, nunca me pareció tan grande ese mismo escenario, nunca sentí que el patio de butacas era tan grande, profundo, silencioso, casi a oscuras…
Y pronuncie las primeras palabras: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, Porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz.” Y fue entonces cuando sentí un cúmulo de sensaciones, donde se entrelazaba el miedo con la responsabilidad, donde se mezcló el amor del hijo y de la madre, el peso de las ausencias impuestas con la fuerza de las presencias… Y pensé que lo que decía me salía del corazón y que tenía que intentar transmitirlo de esa forma, pues Nuestra MADRE así lo merece…



Fueron cayendo las hojas, algunas empapadas del sudor que me caía por la frente, y llego el inevitable final. Y en esa última parte, La Esquila, mi Esquila, sonó en el teatro, y para mí sonó como si estuviera en una noche fría en una calle cualquiera de Riotinto.



Y cuando Paco remató, busque la mirada de Vanessa, y de esos ojos que me dan la vida, busque los de Jose Mari, en breves segundos escudriñe la reacción de Nico, de Isabel, de Manolo, la sonrisa tranquilizadora de Carlos y Loli, el guiño de los esquileros… Pero sobre todo te buscaba a TI, ROSARIO, y te buscaba dentro de mí, donde siempre te llevo, donde siempre debistes estar, donde siempre estaras…



Mañana, MADRE MIA, un nuevo pregón, pregonera en este caso; y tan solo te pido que le des toda la fuerza que a mí me distes, que reciba el cariño que yo recibí, que disfrute ella y nos haga disfrutar.
¡¡¡ ANIMO ISABEL !!!. Tan solo confía en ELLA y todo ira rodado.



Y antes de finalizar este post, quiero volver recordar una imagen que, para mí, refleja la felicidad de lo vivido...

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