lunes, 30 de mayo de 2011

YO FUI UN NIÑO DE LA VÍA GENERAL (20). Por Nicolás Chaparro González

LA FORMACIÓN DE LOS MENORES
La Empresa disponía para la enseñanza de los menores de los operarios y empleados de 6 a 14 años, de dos profesores, de su propia plantilla.
Uno con residencia en La Naya y otro en la estación de Berrocal. Estos señores se distribuían las clases entre las estaciones de Jaramar, y la de Gadea. Los puntos de las clases eran estación de Jaramar Kilómetro 75; estación de Los Frailes kilómetro 71.700; caserío La Picota kilómetro 67; estación de Berrocal kilómetro 66; caserío El Manzano kilómetro 64; caserío Robladito kilómetro 58; caserío Pasada Las Cañas kilómetro 56.198; caserío de Cortecilla kilómetro 49; estación Manantiales kilómetro 47; y estación de Gadea kilómetro 38.

Los profesores viajaban de lunes a sábado en un tren mixto por las mañanas a los puntos correspondientes, regresando por las tardes a sus respectivos domicilios, los trenes llamados 18 en sentido descendente y 21 en sentido ascendente. Descendente es circulando de Riotinto hacia Huelva y ascendente desde Huelva a Rio tinto.
Al tener que atender a dos puntos distintos por profesor cada día, pues las clases se reducían a dos días por semanas, solo podían dar unas dos horas de clases solamente al día ya que, cada profesor al tener que atender a dos puntos cada día a dar sus clases y tener que desplazarse unos 4 kilómetros a pie entre un punto y otro.
Esta situación conducía a una enseñanza muy precaria. Hay que reconocer a favor de los profesores, que el interés que se tomaban era muy alto, pero la escasez de horas de clases era verdaderamente ridícula.
Al parecer, daba la impresión, que a la Empresa no le interesaba elevar mucho la formación de los menores, para no provocar la huida en el futuro hacia otros puntos de trabajo mejores y mantener así un banquillo seguro para las sustituciones de operarios ya que, las peticiones de personal para venirse a la Vía General, solo duró una época.
Esto fue un punto más del alto precio que pagaban las familias por vivir en la llamada Vía General.

Las familias padecían este y otros muchos problemas ya que, era obligatorio vivir en las residencias asignadas por la Empresa, de lo contrario se procedían al despido del operario o empleado.
De la obligatoriedad de ocupar las viviendas asignadas, la Empresa sacaba su gran rentabilidad de los operarios, empleados y familias, que demostraremos a lo largo de esta memoria.

LA NIÑEZ AUSENTE
La etapa de la niñez en la Vía General, solo se notaba por su propia ausencia.
Con unas viviendas, que en su parte trasera aparecía una montaña de entre 250 a 300 metros de altura, en su parte delantera a unos 4 ó 5 metros la vía del tren, a continuación el río y seguida de otra montaña de parecidas características a la anterior, sin ningún espacio para poder jugar y otro factor muy importante, la ausencia de otros menores para relacionarse, en el mayor de lo casos, debido a la dispersión de la población existente
Esto llevaba a la infancia a no conocer otra cosa que el paso de los trenes y por lo tanto, solo se le veía a los niños juegos siempre relacionado con los trenes ya que, no veían ni existía otro mundo para ellos.


En la adolescencia, tenían que coger otro camino no menos escabroso y que, no era otro que el trabajo, para ayudar a la mal trecha economía de sus padres, bien guardando cabras y cerdos, propios o ajenos. También limpiando el monte a las fincas próximas, teniendo que ir a pie para el inicio de la jornada entre 3 y 4 kilómetros y otros tantos para el regreso. Con unos sueldos miserables, que muy escasamente alcanzaba para una alimentación de supervivencia y con jornadas de sol a sol.
No disfrutaban de una pequeña radio en sus viviendas y mucho menos de un día al cine, tampoco de un pequeño disfrute en Domingos o Festivos. Esto llevaba a una incomunicación y aislamiento a padres e hijos del mundo real, las noticias de la sociedad solo llegaban por rumores, no muy creíbles por propia deformación lógica.


La mayoría por no decir todos los jóvenes, no veían un cine hasta los 16 ó 18 años, por lo que no es de extrañar, que se observara de una forma muy notoria, que cuando tenían contactos con otros jóvenes desarrollados en otros ambientes en poblaciones con otros medios distintos. Con escuelas diarias, cines, radios, espacios para jugar y relacionados permanentemente con otros jóvenes.
A estos jóvenes de la Vía General se les apreciaba con bastante claridad un complejo de inferioridad ante los demás, en todos los casos.


La infancia y la adolescencia vivida en la Vía General, producía en un alto porcentaje efectos negativos, para las personas a lo largo de sus vidas. Un joven de la vía general al tener contactos con otros jóvenes, que han tenido el privilegio de haber tenido otra clase de vida mejor, el primero acusa complejo de inferioridad ante los demás, siente cierta envidia, aparece en ellos un carácter duro y con cierta agresividad, acusa inseguridad en sí mismo, cobra un alto sentido del ridículo, se convierte en una persona muy introvertida y desconfiada.
Con estas situaciones, los jóvenes de la Vía General, quedaban gravados para el resto de sus vidas, considerándose inferiores. Se dieron pequeños casos, de algunos jóvenes que con grandes sacrificios propios, se impusieron a la vida que les había tocado vivir y consiguieron ponerse a la altura de las circunstancias, ocupando puestos en la sociedad y en la industria como cualquier otro que había tenido por suerte más medios para formarse, pero en un porcentaje muy pequeño.


Para confirmar lo comentado anteriormente, comentaré un caso ocurrido en la estación de Manantiales sobre el año 1.950, a las 17.00 hora aproximadamente.
Aparecen en el cielo tres estelas blancas avanzando de forma muy uniformes, aquel fenómeno para mayores y consecuentemente mucho más para menores, fue todo un acontecimiento para todas las personas que lo observaron, creyendo se trataba de un fenómeno de la naturaleza y temiendo las consecuencias que pudiera derivarse de todo aquello y con el terror que produce todo lo desconocido. Esto explica un poco el nivel a que conduce el aislamiento del mundo. Las personas menores y mayores, solo vivían del el ferrocarril y para el ferrocarril.
Hasta la semana siguiente no se nos aclaró de lo que se trataba, fueron tres aviones de reacción que pasaron dejando semejante estelas y como volaban a gran altura, solo se apreciaban las estelas.

En la Vía General, el servicio de los trenes, diariamente eran distintos, menos el tren Nº 18, con salida de Riotinto Estación a las 8.18 horas, llegando a Huelva a las 12.23 horas, se trataba de un tren mixto que circulaba diariamente, menos los días Festivos y Domingos y que su composición consistía, en vagones de azufre, cisternas de ácido sulfúrico, bateas de cobre blister, bateas de sulfato ferroso y mercancías de servicio público en general.
El resto de los trenes eran composiciones completas de piritas y estaban supeditados a la disponibilidad de barcos en el Puerto y a las mareas ya que, los buques, tenían que salir del Puerto cargados con marea alta, motivado al calado de la ría.

En este tren, venia de la panadería de La Naya, el pan para la población de la Vía General diariamente, hasta la estación de Gadea. Otro problema que tenía que soportar la sufrida población, es que el pan no era seguro en múltiples ocasiones, tanto en los horarios como en el día ya que, por algunas averías o descarriles. En el primer caso, muchas veces llegaba después de la comida del medio día y en el segundo, según la magnitud del descarrilo, podía tardar un día o dos en llegar el pan.
El pan se distribuía a las familias en las estaciones y las esposas o hijos de los operarios, tenían que andar entre ida y regreso, 2, 4 y hasta 8 kilómetros a la estación más próxima para recoger tan preciada mercancía, teniendo que hacer el camino y volver sin la mercancía en muchas ocasiones, debido a las causas anteriormente mencionadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario