martes, 6 de diciembre de 2011

YO FUI UN NIÑO DE LA VÍA GENERAL (26). Por Nicolás Chaparro González

Cuando el tren correo procedía salir de Las Mallas, una vez la vía estaba en condiciones de transitar por la zona del descarrilo, a la salida de esta estación, descarrilaron los coches de 1º y 2º clase y un coche tipo berlina con viajeros, causándole a la Sra. Isabel García, la fractura de un brazo.
El día 20 de Diciembre de 1.954, el guardafrenos Juan Pizarro, natural de Nerva, al llegar con su tren de vagones vacios procedente de Huelva a la estación de La Naya, sobre las 18.00 horas aproximadamente y proceder maniobrar para dejar el tren en las playas de vías de la casa de palancas Norte De La Naya, y pasar del furgón de cola al próximo vagón para desacoplar este del resto del tren, resbalo y cayendo a la vía, siendo arrollado y pisado por el furgón de cola del tren, muriendo en el acto.

Accidente mortal en el kilómetro 45.150, sobre el año 1.954, en el lugar del molino harinero “La Molineta”, y saneando la Brigada de conservación de túneles y trincheras, una zona que podía tener problemas en la época de lluvias. El operario Juan González, natural de Berrocal, encontrándose colgado para sanear la trinchera, se desprendió una roca de niveles superiores, colisionó con ella y lamentablemente encontró la muerte.
Nuevamente el problema del Juez para el levantamiento del cadáver. Este punto corresponde al término municipal de Paterna del Campo y hay entre 15 y 16 kilómetros de distancia a la ida y otros tantos al regreso, al no haber accesos por carretera y tenerlo que hacer caminando, el tiempo de espera se hizo eterno.

Una vez realizado por el Juez, el levantamiento del cadáver, fue llevado a la estación de Gadea a 7 kilómetros del lugar, para por carretera trasladarlo a Paterna del Campo para su enterramiento.
Este Sr. Que era hijo y residía en Berrocal, la Empresa no hizo nada para llevarlo a su pueblo.
Hasta el año 1.950, el alumbrado de las oficinas de las estaciones, se realizaba mediante focos de carburo, facilitados por la Empresa, en este año se hizo un cambio sustancial, introduciendo petromanes alimentados con petróleo y aire a presión. Consiguiéndose con este método un alumbrado mucho mejor para el trabajo a realizar.

En el año 1.961, introdujeron un nuevo cambio en algunas estaciones, con el mismo sistema, pero con bombonas de gas ya que, el sistema era mas limpio y mejoraba la luz.
Una de las estaciones que se sometió a la prueba de este sistema, fue la estación de Berrocal.
En la primavera del año 1.961, un día al colocar la pequeña bombona de gas al resto del aparato, al parecer no fue bien acoplada, quedando con una pequeña fuga sin ser detectada. Esto en su momento, produjo una explosión, que rompió ventanas, puerta y levantó la techumbre de la oficina. Produciéndose el fallecimiento del jefe de estación, Evaristo García Parreño.
Desde este desgraciado accidente, quedó suspendido el alumbrado con gas, continuando con el anterior sistema de petróleo.

Los alumbrados de los discos de señales para los trenes durante las noches, siempre fueron con faroles alimentados con petróleo, menos la estación de Los Frailes, que en los primeros años del 1.950, los discos de señales, pasaron a ser eléctricos, alimentados por un grupo de baterías, a sus agotamientos, eran sustituidas por otro grupo previamente recargado en Cochera Mina.
El día 10 de Enero de 1970, cuando el tren economato efectuaba maniobras en la estación de Berrocal, para dejar y tomar carruajes, el guardafrenos Placido Alba, natural de Nerva, encargado de realizar las operaciones de acoplamientos de los carruajes. Al realizar uno de los enganches a efectuar, resbaló, cayendo sobre uno de los carriles, siendo atropellado y pisado por uno de los carruajes, muriendo poco después.

Ante la existencia de la población fija y la flotante de la Vía General de forma permanente, sometida a riesgos constantes de accidentes y enfermedades con peligro de muertes. La Empresa, nunca tuvo previsto un protocolo para atender con urgencia, a casos de esta naturaleza, contando además con vehículos rápidos para poder realizar los servicios de atención urgentes, pero la voluntad, el respeto y la consideración a las personas de su propia plantilla, brillaba por su ausencia.

El día 4 de Septiembre de 1.978, un tren de piritas con destino al Depósito de Las Mallas, remolcado a doble tracción por dos locomotoras Diesel-Eléctricas nº 921 y 922, construidas por “CENEMESA”, descarrila la segunda locomotora por cabeza y prácticamente se empotra en la fuente de agua de la Utrera kilómetro 60.300, entre las estaciones de Berrocal y Las Cañas.
Al descarrilar la locomotora nº 921, arrastró en parte a la nº 922, en cabeza del tren, los vagones descarrilados fueron varios.

La locomotora nº 921, y siete vagones tipo M, fueron desguazados en el mismo punto del descarrilo ya que, quedaron en muy malas condiciones para poder ser reparados.
Los maquinistas que conducían eran, la nº 921, Julián Sotillo y el de la nº 922, Manuel Pérez Moya, los dos naturales de Nerva. Afortunadamente, solo hubo un herido leve, Julián Sotillo, maquinista de la locomotora nº 921. También quedó ileso, el guardafrenos del tren “Toti”.

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