sábado, 16 de junio de 2012

HUELVA, AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR (Por José Márquez Trigo)

No tengo más remedio que postear este articulo/reflexión que mi amigo Pepe Márquez hace en su "facebook". Y con ese convencimiento, unido a la presuinción d etener permiso de su autor; os recomiendo su atenta lectura: Todo comienza con este recorte de prensa:




Yo vivo en Huelva. Soy de Minas de Riotinto, pero la vida me ha traído a la capital y mi hogar y el de mi familia está ahora aquí. Pero yo soy de Minas de Riotinto y por muy lejos que tuviera que irme mi corazón nunca saldrá de allí, ya que nací a escasos trescientos metros de la Corta Atalaya y mis pituitarias se excitaron primero que nada con el olor denso del cobre. Ahora con el del mar ¡¡bendito y hermoso mar que hace que mi imaginación navegue sin barco, con el sol y las estrellas como guías únicos!!


Dicen que es de bien nacidos ser agradecidos, por eso yo agradezco a Huelva con toda mi alma su acogida y su abrazo. Agradezco su "capitalina-pueblerina" personalidad porque me hacen sentir más como en mi propia casa. Huelva tiene la enorme suerte -como Riotinto- de tener "sangre de todos los pueblos"; Huelva de todos los pueblos de la provincia y Riotinto de todos los pueblos de España.


Pero ¿a qué viene esta fustigante reflexión, se preguntarán ustedes, tan manida... tan conocida ya por cualquier persona con dos dedos de frente? Es fácil: No me parece honrado, ni ético, ni justo que Huelva haga valer su posición preponderante como capital de la provincia que es, para atribuirse cosas que no le pertenecen y que conscientemente lo sabe bien, a la vez que sabe que los demás lo sabemos. Es una realidad histórica que Huelva, nuestra querida capital y ahora mi ciudad, debe una gran parte de su desarrollo y de su estatus actual a sus pueblos mineros, yo diría que una parte fundamental e imprescindible para entender a la Huelva de hoy. Huelva empezó a tener entidad (aparte de su respetada noble y honrosa historia), cuando los grandes emporios mineros necesitaron de su puerto para dar salida a sus inmensas riquezas. Las minas necesitaban una puerta al mar y así se crearon en Huelva dos grandes muelles, el de Riotinto y el de Thársis, que asombraron en su época por su osadía, sobre todo el de Riotinto (que no el del Tinto, como casi todo el mundo se empeña en llamarlo aquí, puesto que está en la ría del Odiel), alabado entonces como una de las más grandes obras de ingeniería de Europa, junto con su ferrocarril y toda la infraestructura de apoyo que tan gran proyecto necesitaba (talleres, descargaderos, almacenes, estaciones...).


Así una vez Riotinto llegó a poseer más terrenos en Huelva que la propia ciudad; llegó a ser más dueño de Huelva que la propia Huelva y, como capital de la provincia que era, se centralizaron también en principio casi todos los servicios legales de la Compañía. Gracias a Riotinto, se construyó la Casa Colón (el hotel de más lujo de entonces, según dicen las crónicas); se construyeron hospitales y escuelas y más tarde el Barrio Obrero para los trabajadores de las distintas dependencias de la compañía minera, y más tarde aún, cuando los absurdos Planes de Desarrollo del Franquismo crearon el Polo de Desarrollo, se necesitaron barrios enteros para acoger a las más de 300 familias que fueron trasladadas desde Riotinto, junto con la Fundición y la Fábrica de Ácido, que recién se habían construido en la mina y que tan solo funcionó unos meses para ser desmontada de nuevo y trasladada al Polo de Huelva para darle a este contenido. Se despoblaba así al pueblo de Riotinto, que una vez tuvo más habitantes que la propia Huelva y se hacía crecer el censo de la capital de manera muy considerable. Huelva creció así enormemente a lo largo de los años; había que darle entidad y razón de ser. Por eso nadie que piense con lógica puede dejar de aceptar que Huelva lo es gracias en grandísima parte a la riqueza de su provincia, una riqueza que ella por sí misma no tenía. Lean si no lo que ya se escribía al respecto en la temprana fecha de 1877:
"...A la vecindad de las minas de Tharsis, por un lado, y a la de Rio Tinto, deben los habitantes de Huelva el aumento de su fortuna y de su bien estar. Desde hace siete años, la población de esta ciudad casi ha duplicado; la propiedad ha adquirido un valor considerable, en fin, el movimiento y la circulación se han desenvuelto en proporciones más sensibles. Si llega un día en que Huelva toma un puesto entre las primeras poblaciones marítimas de Europa, será debido al poderoso concurso que le han prestado las compañías mineras de Tharsis y de Rio-Tinto" (J.B. "Una escursion a las minas de Rio Tinto" (Revista Minera, Tomo 28, 1877).
Y más adelante, en 1882:
"Así también la Aduana de Huelva ha pasado en pocos años de producir un millón escaso de reales a medio millón de duros próximamente." (V. Barrantes, de "El Día" (Revista Minera, Tomo 33, 24 de noviembre de 1882).


Pero estas torpes líneas que están leyendo no son en absoluto un reproche. Son simplemente la constatación de una realidad histórica a la que cualquiera con interés puede acudir y que muchos aún se empeñan en no reconocer.
Determinados sectores de la capital le atribuyen a ésta cosas que en absoluto le pertenecen. En el fondo admito que son cuestiones menores, asuntos casi sin importancia, porque los que de verdad son importantes no creo que nadie se atreva a cuestionarlos. La importancia real es la que tiene lo que han leído en párrafos anteriores y que ya forma parte de la historia sin discusiones.
Pero este articulito que acompaño del diario "El Periódico" publicado sin rubor alguno este viernes 15 de junio de este año, y que es una manifestación más de las muchas que se hacen constantemente, no debe pasarnos desapercibido, puesto que una falsedad muchas veces repetida llega, con el tiempo, a convertirse en casi una verdad y a eso no debemos estar dispuestos. Se llega a caer en lo absurdo con lo fácil que es consultar las fuentes. Quien lo haya escrito se adueña, así por la cara, de todo lo que le ha apetecido diciendo entre otras cosas que "Las minas, el fútbol e incluso el tenis y el golf dieron sus primeros pasos en la capital onubense".

No sé, quizás desconozcamos que alguna vez hubiera una corta en la Plaza de las Monjas o un malacate en El Punto. Las minas están donde están y los deportes que cita nacieron donde nacieron. Y punto. Decir memeces como esas sería comparable a que yo dijera que los dos puestos de pescado que hay en el mercado de Riotinto tienen más variedad, es más fresco y más barato que en los sesenta y tantos que hay en el mercado de Huelva.


No es correcto presumir de aquello que no nos pertenece, lo mismo que tampoco es elegante dejar de ponderar las realidades ajenas para que las nuestras sean más vistosas. No, no está bien. Al César lo que es del César...


Por eso quizás, porque Riotinto nunca ha considerado prioritarias estas reivindicaciones ni se haya parado a pensar sobre ellas, jamás se haya pronunciado sobre tener en la capital el nombre de una calle con cuatro casas, perdida en una de las barriadas casi de extrarradio, cuando, si se atribuyeran los nombres de las vías públicas en las ciudades y pueblos en base a la aportación que cada uno haya hecho para engrandecerlos, la Avenida de Andalucía debería de llamarse con toda justicia "Avenida de Riotinto". Y si no, por lo menos que se llame así la calle en la que yo vivo para sentirme más como en mi propia casa. Es una sugerencia por si cuela. Huelva bautiza en Riotinto la calle principal de una de las barriadas más modernas que se han construido allí últimamente.


José Márquez Trigo
16 de junio de 2012

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