viernes, 13 de julio de 2012

LÍDERES, MODELOS, CAUDILLOS, PERSONAS EJEMPLARES, ESPEJOS A LOS QUE MIRARSE; CAQUITA, AL FIN Y AL CABO...(por JOSÉ MÁRQUEZ TRIGO)

La condición humana tiene muchos vericuetos por los que perderse y errar. Muchas neuronas trabajando a la vez de forma intensa provoca que, a veces, nuestra máquina se embote y nos haga perder nuestro norte, la convicción de nuestras propias ideas. Ello induce también a que nuestra percepción y nuestro sentido de las cosas se encandile y nos haga desistir de un análisis más profundo, convencidos de que ya hemos encontrado la luz. Nos hace cómodos e inmovilistas y preferimos quedarnos solo con aquello que queremos creer, y, por fin, imaginamos que ya hemos encontrado la sustancia misma de nuestro pensamiento y de nuestra posición social, que es el final de nuestra angustiada búsqueda. Y nada más lejos de la realidad, porque el ser humano jamás deja de aprender, hasta el día mismo de su muerte.

El problema es otro; el problema es nuestra paranoica actitud por resistirnos a cambiar nuestras ideas aunque estas ya se aparten mucho de nuestros posicionamientos iniciales. El problema es también que nos hacemos dóciles por conformismo o por no querer doblegarnos ante nuestro "encontrado pensamiento", que habíamos creído definitivo. Pero no, esto no es así puesto que, durante ese progreso constante y durante nuestro aprendizaje continuo, al que habría que sumar también la experiencia que vamos adquiriendo con la edad, uno se da cuenta de que en muchas cosas estaba equivocado. Y aquí viene el problema gordo, puesto que pensamos que "cambiar" de actitud o modificar nuestras ideas, nos hace parecer volubles o de voluntad frágil cuando es absolutamente lo contrario. Rebelarse contra lo que creemos inadecuado y exigirle siempre responsabilidades a quienes nos representan, aunque sean "los nuestros" es una muestra de honradez y de madurez. No podemos pensar que ningún líder, del ámbito que sea, es perfecto e infalible puesto que son seres humanos como nosotros y, por lo tanto, imperfectos como nosotros. Sumemos a esto la realidad absoluta de que el poder corrompe casi siempre tanto a la hora de meter la mano en el saco, como a la hora de mostrarse soberbios e intransigentes valiéndose de su estatus, y hasta, a veces, para aparentar ser como un semidiós o, en el más absurdo de los casos, como el gorila de espalda plateada, rey de la manada, siempre preparado para dejar preñadas a todas las hembras de su colonia.
Admitamos, sin embargo, que no es justo generalizar y que este "mal endémico" no siempre afecta a todos por igual y que la honradez, la buena voluntad y la mejor de las disposiciones para hacer las cosas lo mejor que sus posibilidades se lo permitan en cada momento, también son actitudes que honran a muchos líderes.

Pero ¿a qué viene este rollo filosófico que, de seguir leyendo, va a provocar que muchos de ustedes se planteen cortarse las venas? Es fácil...
Observo en los foros de internet en los que participo una verdadera adoración, rayana en el fundamentalismo, de muchos de ustedes hacia vuestros líderes. Observo cómo os partís aquí la cara (en sentido metafórico) por todo lo que hacen, simplemente porque son "los vuestros". Observo por parte de todos una defensa a ultranza entre buenos (los de cada uno) y malos (los otros), como si en realidad hubiera malos y buenos. Observo cómo se pierden a veces los papeles por defender lo indefendible. De uno y de otro lado. No entiendo cómo somos tan capaces de ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el nuestro (cita bíblica dicha por un ateo) y observo, al fin, cómo somos capaces de dejarnos aquí la sangre, cuando sabemos que para nuestros líderes somos una puta mierda. Que nuestra posición visceral, que creemos meditada, los fortalecen aunque sean impresentables. Que ninguno somos perfectos y que todos nos equivocamos.
Somos capaces de justificar la mentira de los nuestros y de sacarle punta a cualquier nimiedad de los otros. Somos capaces de lo que sea, con tal de no reconocer que estábamos equivocados. No estamos dispuestos a criticar a los nuestros pero sí de ridiculizar y de decir barbaridades de los otros. Somos mierda también, al fin y al cabo, como nuestros líderes.

Cada uno es libre de pensar como quiera, pero una cosa es eso y otra bien distinta es prostituir nuestros verdaderos sentimientos por salvarle el culo a quienes nos representan. No es verdad que todo sea perfecto en ninguna de las partes. Hay caquita en las dos, pero solo nos huele asquerosamente la del contrario. Ellos, muy listos siempre, dejan que seamos nosotros los que batallemos, que luego harán lo que les salga de los cataplines cuando les convenga, le joda a quien le joda, a los suyos y a los otros. Y mientras tanto nosotros aquí, defendiendo (sin cobrar) a unos y a otros, para que luego ellos nos traicionen y nos dejen en ridículo cuando les venga bien para sus ocultos intereses.

Ellos ganan siempre y nosotros mientras tanto seguiremos aquí adorándolos y lanzando al viento sus bondades. Oye, que soy de izquierdas... oye, que soy de derechas... Oye, que el PSOE es lo mejor, lo auténtico... No, no, no... lo auténtico es el PP, que son los mejores, los mejor preparados y los más honrados. Pura mierda. Lo mejor soy yo y cómo siento y pienso por mi propia cabeza. A mí no se me caen los anillos por decir, siempre bajo mi libre manera de pensar, lo bueno y lo malo de unos y otros, sin colores ni siglas, sin líderes ni jodidos convencionalismos ni putas siglas...

Recupero un texto, aunque me repita, que escribí hace ya algunos años. Ustedes piensen como sus escrotos les dejen; a mí me la suda:
"He concluido en que no existen partidos, sino intereses; no existen colores, sino mimetismo camaleónico; no existen ideologías, sino pensamientos volubles; no existen líderes, sino vividores... No existe nada, tan sólo uno mismo.
Sin embargo, necesito encontrar una salida, al menos hasta que una nueva circunstancia me obligue a ajustar de nuevo mis esquemas: he decidido creer tan solo en las personas como sujetos únicos e irrepetibles, sin importarme nada más.
Ya paso olímpicamente de líderes y de ideologías; de colores y de banderas; de himnos y de consignas.
Yo soy yo y nada más. Seré mi único crítico y mi único defensor; compondré mis propios himnos y redactaré mis propias reglas. La mentira y la manipulación –lo admito- han podido conmigo".

Piensen...

José Márquez Trigo
13 de julio de 2012

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