domingo, 21 de abril de 2013

SALOMÉ, EL ÚLTIMO BESO.

Recuerdo cuando hace años, el que suscribe, ayudaba en lo que podía en el aula de teatro de Riotinto. Allí, en aquellas tardes de ensayos, vi como se iba gestando una gran actriz,  mi amiga y paisana Beatriz Ortega.
Recuerdo cuando Manolo Mayorga me pidió interpretar junto a ella una obra,  cuyo texto eran poesías y poemas... Recuerdo que Beatriz llenaba por sí sola el escenario con su buen hacer, clase y categoría...
Beatriz Ortega Chamorro.
Licenciada en Arte damatrico.
Actriz. Miembro fundadora de la compañía CONSUMA TEATRO
 
Ella, poco después, continuo avanzando y formándose para seguir disfrutando ( y hacernos disfrutar ) de esta loca y maravillosa aventura. Hoy quiero volver a hablar de ella y de SALOMÉ, su actual proyecto, el cuál no estaría mal poder disfrutar en Riotinto (cuando se pueda...):
 
Una historia de amor malentendido, de miradas no devueltas y anhelos sin respuesta. 

 Un cuento siniestro basado en el mito de Salomé, la princesa que bailó para Herodes y después pidió la cabeza de San Juan Bautista en bandeja de plata.
Podría definirse como una loca e intrigante tragedia, cargada de romanticismo y erotismo.

En esta obra se apuesta por una puesta en escena arriesgada y sugerente, emocionante, divertida, elegante y musical; por una estética basada en el mundo del cómic y los vampiros; y por una Salomé... actual, una adolescente gótica con mucho mundo interior y poco control de sus emociones.

Escrita y dirigida por Sergio Domínguez Parreño e interpretada por Beatriz Ortega.
Nominación "Mejor Dirección" para los Premios Escenarios de Sevilla.

Del 26 al 28 de Abril de 2013. Vi 26 y sáb 27 a las 21h, dom 28 a las 20h.
 
TEATRO DUQUE LA IMPERDIBLE. Entrada 13€ y 10€ con descuento. Tlf. reservas: 954223813.


Intérprete: Beatriz OrtegaTexto y Dirección: Sergio Domínguez Parreño
Ayudante de Dirección: Isabel Lozano
Espacio escénico: Gonzalo L. Narbona
Vestuario y caracterización: José Maestre Bernabel
Espacio sonoro: Emilio Morales
Iluminación: Rafael Gómez
Composiciones musicales: Sergio Domínguez y Emilio Morales
Voz en off: Isabel Lozano
Ayudante escenografía: Sergio Bellido
Fotografía y video: Antonio Romero
Técnico de Iluminación y sonido: Rafael Gómez
Producción: Beatriz Ortega

CRITICA DE SALOME (Editada en MASTEATRO.COM y firmada por Carlos Herrera)

Para la burguesía de la época, la máxima de Luigi Pirandello, aquélla de que al espectador hay que meterle el dedo en el ojo, no resultó del todo desencaminada. Otro cantar somos nosotros, el público de hoy en día, más emparentados con los hollow men de T.S. Eliot, quienes, aunque aparentemos mucho, volvemos a estar igual de huecos, al menos en lo que al Amor se refiere. El autor que firma este cuento siniestro hace caso omiso a Eliot y se decanta por Pirandello, pero en vez de dedo usará un cincel ardiendo. Como Dios manda.
Salomé, el personaje que encarna y descarna notablemente Beatriz Ortega, retoma la fierezza de la palabra para rellenarnos dicha oquedad. Salomé denuncia a (San) Juan, lo mantiene en un potro de tortura y le reclama, le suplica, le pide explicaciones, se las da, se las quita, se las devuelve en forma de cantares en su cabaret gótico y subterráneo. No importa que Juan sea invisible. Ella lo materializará a base de puyas, de versos, de diálogos a cuatro voces, que hacen corpóreo al verdugo de su corazón. Aunque estemos sentados a su mismo nivel, la actriz nos pasea por las cañerías del no-amor, ésas que se atascan cada vez con más frecuencia y que sólo el Teatro cuenta con el poder de sanearlas.
Prólogo desperdigado para emplazarnos después con mejor resultado a la acción la cual Ortega/Salomé demuestra llevar al punto las riendas, así como el soberbio control de los elementos y el descontrol mágico sobre ellos en la escena. Cambios sugerentes y eróticos de su vestuario de baby doll que animan la vista de la platea y suben la temperatura. Juego escenográfico en un sótano donde la carnicería emocional y de acción es todo una. Salomé no leva anclas de su pasado: he ahí su tormento. No sólo Juan es el prisionero, por más que ella balancee su “cabeza” al final de la obra, ¿triunfo o única solución? Como bien dice ella: si no te hubieran cortado la cabeza, yo te habría comido a besos.
Montajes arriesgados como éste deben prodigarse. El espectador cree saberlo todo y Salomé nos desmonta nuestros peregrinos conocimientos del Amor para desenmascarar a quienes no nos aman correctamente. Y en qué mejor lugar que en el cadalso de un escenario.

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